Relaciones de pareja

A los amores de mi vida

En el viaje por encontrar a pareja perfecta, sin duda toca vivir algunas experiencias de aprendizaje profundo: conoces más de ti, lo que realmente amas y lo que no estás dispuesta a vivir.

 

Por Melissa De Haene

 

¿Cuántas veces hemos dicho, “ahora sí, es el amor de mi vida, este es el bueno”? ¿Cuántas?

 

Empieza como a los 15, ¿no? Y así va, a los dieciocho, a los veintitrés, etc. “El amor de mi vida” lo dices con verdad, sinceramente y convencida. Pasan y pasan los años, las decepciones, los hubieras, los perdones, la vida.

 

Lo único seguro en la vida es la muerte y los cambios. Entonces, claro, cada temporada tienes al amor de tu vida, el que se ajusta a lo que en ese momento quieres y sueñas. A lo que eres y buscas.

 

Y luego, cambiamos, ahí es cuando nuestras metas se van transformando.

via GIPHY

 

En mi época de duelo, cuando perdí a mi papá, estaba muy enojada, triste, vacía, y desde ese ánimo me aseguré de andar con alguien que me generara adrenalina y que me hiciera sentir en riesgo.

 

Estaba tan triste que necesitaba sentir algo. Íbamos en su moto a todos lados, corrí a comprarme chamarras de piel para parecernos un poco. Él era antrero, dueño de antros y restaurantes. Me dediqué a tomar, bailar y desvelarme durante casi cinco meses.

 

Por supuesto, ahí surgieron las broncas con mi mamá. Empecé a retarla -cosa que jamás había hecho-, a no respetar el horario de llegada, faltar a responsabilidades por estar desvelada, cruda y castigada a mis 24 años.

 

Me envalentonó tanto ese amor y ese mundo que decidí irme a vivir sola.

 

Total. Ahí voy a hacerme de un departamento a seis cuadras del de mi novio. Renuncié a mi trabajo y la hice de antrera esos meses; como cuando tienes un puntito de porcentaje en un negocio y te sientes la dueña del lugar, así yo.

 

No me perdía un jueves, viernes o sábado de ir al antro. ¿Era feliz? La verdad, sí.

 

No hacía más que tomar drinks de mezcal, bailar y estar con mis amigas y mi novio. Vivía de noche, dormía en el día, estaba agotada todo el tiempo pero arreglada, guapa, con la mejor actitud  y bailando sin parar.

 

Cuando te das cuenta de que ese ritmo de vida realmente te está haciendo perdértela, es donde reaccionas y lo frenas.  Eso era todo menos vida.

 

Ya en mi departamento nuevo, luego de cortar con mi novio en turno, pensaba en qué seguía.

 

Lo confieso: pensé en regresarme a casa de mi mamá pero mi orgullo estaba de por medio, y en este caso, éste iba por delante. Así que me quedé.

 

A lo que voy con este ejemplo es que no hay que condenarse por haber estado en una relación conflictiva, tóxica, sin admiración, sin respeto, sin lo esencial. Al final son las mejores lecciones. Y aquí se trata de aprender.

via GIPHY

 

No se trata de culpar al otro

 

Distintas personas me han compartido historias donde me cuentan sobre sus relaciones. Generalmente, me platican de ellas ya que terminaron, porque a nadie le gusta verse y aceptarse sumergida en ello. ¿Verdad?

 

Y no es culpar al otro, recuerda que no se vale navegar con bandera de víctima cuando somos voluntarias. Seguramente también hemos sido la relación tóxica de alguien. Todos hemos tenido nuestras malas épocas, inseguridades, días o semanas de sentir un vacío inmenso, mucha soledad, broncas en la chamba, en casa y demás.

 

Además, la que decidió entrar a un mundo en donde no venía al caso, fui yo. Y lo bailado, de verdad, nadie me lo quita.

 

Prioridades

 

Creo que hasta eso, viví mis etapas correctamente. Ahorita de mamá, no estoy buscando planes los viernes como loca ni viendo dónde tomar o con quién encargar a mi bebé para estar dos días hecha pomada. No, ya no estoy en esa onda. Yo escogí ser mamá.

 

Si una vez al mes tenemos algo padre, soy la primera en correr por mis tacones, arreglarme y pedir perlas negras. Sí, una noche al mes, lo disfruto, amo ligarme a mi esposo, jugar a novios, nos encanta la fiesta pero agradezco que los dos tengamos muy claras nuestras prioridades.

via GIPHY

 

Les conté a mis amigas que iba a escribir sobre este tema y me decían: “el amor de mi vida ahorita soy yo”, “cuenta del que me emocionó a lo tonto”, “todos son iguales, pon eso”, “ya no hay hombres en México”, “hay que esperar a que los que nos gustan se divorcien”, “es que de verdad ya no hay solteros que valgan la pena”, “deberíamos congelar nuestros óvulos, ya tenemos treinta”, “ya, con mi próximo novio me caso, me vale, quiero ser mamá, no abuela”.

 

¡Alto, por favor!

 

Así las frené, ya que soy la única casada de ese grupo y me sentí con la responsabilidad de hacerlo. En el tono más lindo les expliqué que casarse no es la meta y que a los treinta, no es fracaso no estar casada y con hijos.

 

Entiendo que puedan morir por despertar en pareja, con anillo de compromiso y de casada en mano, acompañada, formar una familia, y de una vez por todas, irse de casa de sus papás.

via GIPHY

Todo esto lo entiendo, pero por favor no se conformen, no se casen a lo menso. Antes de hacerlo, sean ustedes mismas el amor de sus vidas. Estén a gusto con ustedes un viernes en pijama en casa, disfruten una copa de vino y cocínense una pasta sin estar pendientes de la vida de todos los demás en Instagram. Viajen a solas, a donde sea: Cuernavaca, Tepoztlán, San Miguel de Allende, Nueva York, Madrid. Lo que cada quien pueda y se le antoje.

 

Está tan de moda soltar que ya nadie se preocupa por sostener

 

El otro día leí una frase que me llamó mucho la atención: “está tan de moda soltar que ya nadie se preocupa por sostener” y yo agrego: “conscientemente” después de la palabra “soltar”.

 

Si para ti soltar es evadir, negar, hacer como que no pasó, lamento informarte que a la larga este modus vivendi te va a hacer pedazos y te va a costar muchísimo trabajo acercarte de verdad a una pareja sana.

 

¿A qué me refiero con soltar conscientemente? Agradece lo poco o mucho que te dieron o diste, valora que la nueva versión de ti es capaz de reconocer lo que estuvo bien, mal y pésimo de los dos. Perdona y perdónate. Cierra el ciclo conscientemente, llora, enójate, muérete de risa, lo que sea que te cause pero siente. Y a partir de ese sentir, vive la vida que quieres llevar.

 

Por último, dejo el tuit que escribí hace años porque siempre he creído en cerrar ciclos correctamente. Pienso que hacerlo así me permitió estar realmente abierta a conocer, abierta al matrimonio: “Suelta el pasado, si no ¿con qué manos me abrazas?”.

 

A los amores de mi vida, gracias de corazón por enseñarme todo lo que quiero y sobre todo, lo que no.

 

Escribo y lo que surja.