El doble filo del término “MILF”

Un calificativo para cierto tipo de mujeres se ha puesto de moda, y aunque hay todo un contexto detrás, la realidad es que hay mujeres a las que les parece un halago que las llamen MILF y otras que lo detestan.

 

Texto por Paola Aguilar, educadora sexual y embajadora de JOYclub, comunidad de sexualidad libre.

 

Mother I’d Like To…

 

Seguro has escuchado la frase: “los hombres son como el vino: se ponen más buenos cada año”. El mensaje es claro: los hombres mayores —cincuentones, por ejemplo— suelen ser percibidos como atractivos, incluso para personas más jóvenes que ellos, y el subtexto dice que las mujeres, conforme envejecen, van bajando peldaños en la escala del atractivo físico y sexual. ¿Pero cómo conciliamos este fenómeno con el popular término de “MILF” (mother I’d like to fuck) (madre a la que me quiero coger)?

 

Abordemos la paradoja que esconden las siglas MILF. Por un lado, las mujeres son desexualizadas al convertirse en madres, la sociedad las relega a un rol de cuidadoras que no poseen deseos más allá de la crianza, madres abnegadas que entregan su vida y energía por completo a su familia, y por el otro, algunas de esas mujeres son hipersexualizadas, lo que, aunque pareciera una mejor alternativa a lo primero, esa sexualización rara vez viene desde sus propios términos, si no de maneras que van desde la incomodidad al acoso.

 

¿Quién fue la primera MILF?

 

Aunque el término existía desde antes, se popularizó con la película American Pie, en la cual un grupo de adolescentes bautizaron como “MILF’ a la mamá, interpretada por Jennifer Coolidge, de uno de ellos. Lo presentan como un gag, una burla, porque desear a una mujer mayor —habiendo tantas mujeres guapas en su escuela— es una anomalía. ¿Cómo te puede gustar una mujer vieja? ¿Cómo puedes sexualizar a una mamá, cuando las mamás son todo menos deseables?

 

Si solo se hubiera mencionado lo guapa que es, como un crush lejano, la situación habría pasada desapercibida, pero la declaración de atracción vino acompañada con el reto de ver quién lograba tener sexo primero con la mamá, para así quedar como héroes.

 

El deseo por mujeres mayores, ya sea por la experiencia, por el tabú, o por ambas, es una fantasía sumamente común y no tiene que juzgarse como algo moralmente bueno o malo. Lo que debe revisarse es cómo esta fantasía es representada en los medios.

 

Las mamás en el porno

 

“MILF” es una de las categorías más exitosas en el porno, evidencia de que existe una fetichización de las mujeres que son madres, aunque, irónicamente, muchos de los cuerpos que protagonizan estos videos no cuentan con las características de un cuerpo que pasó por un proceso de embarazo.

 

Es raro ver estrías, pechos caídos y vientres abultados, más bien suelen ser cuerpos con un envejecimiento disimulado: con cirugías e implantes, es decir, un tipo de cuerpo que algunas mujeres eligen tener, pero que no representa a la mayoría.  Quizás lo más importante de todo es que vemos a quienes las desean pero no sabemos qué desean ellas.

 

Más allá de las MILF

 

Habrá mujeres a las que les parezca un halago que las llamen MILF y otras que lo detesten. Algunas cuya identidad como madres sea más relevante que para otras. Habrá quienes lo tomen de broma e incluso se nombren como “MILF sin hijos”. Y ahí quizá haya un aprendizaje: el discurso sobre su sexualidad —y las formas en las que quieren ser sexualizadas— deben encabezarlo ellas mismas. Además, otro elemento a rescatar del fenómeno es que las mujeres pueden ser atractivas, no por ser mamás, sino porque más allá de la maternidad, son personas con capacidad de desear, de fantasear, de sentir y de provocar placer.

 

Preguntas pendientes

 

En el contexto recorrido, algunas cuestiones siguen sin ser atendidas. ¿Por qué quienes desean a las MILFs siempre son hombres jóvenes y no personas cercanas a su edad? ¿Dónde están las mujeres mayores que son lesbianas y bisexuales y qué desean ellas? ¿Qué hay de las madres que no pueden vivir plenamente su sexualidad porque sus parejas no asumen la corresponsabilidad de los cuidados y la crianza? ¿Cómo rechazar la idea de que las mujeres deben regresar a su cuerpo prematernidad? ¿Cómo se ven los distintos tipos de cuer-pos que han vivido múltiples cambios por los embarazos? ¿Cómo romper con la dicotomía de madre-zorra para incluir y visibilizar todas las experiencias posibles?

 

Sin tener respuesta a estas preguntas, el termino MILF seguirá siendo un concepto difícil de comprender en su totalidad.

Escribo y lo que surja.