A, B, SA, DE…
Traemos el “A, B, C, D” para leer a uno de los autores más controversiales de todos los tiempos: el Marqués de Sade.
Marsella, Francia. Verano de 1772
Un juez falla en contra de Donatien Alphonse François de Sade. La condena es a muerte por sodomía y envenenamiento. Ante la ausencia del inculpado, la ejecución se lleva a cabo en efigie, quemando una estatua con su figura para decretar la pérdida de sus derechos y propiedades. Esta modalidad de la pena capital, servía a manera de ejemplo para que el resto de los mortales no se desviaran de los designios de la fe.
En ese momento moriría el hombre, pero nacería el mito
Para entonces, el Marqués de Sade ya había puesto 300 kilómetros de distancia con la justicia gala. Huía en compañía de su cuñada —a quien supuestamente había seducido—, y su fama como libertino traspasaba las fronteras.
El caso de Marsella acusaba al noble de haber proveído de un potente afrodisíaco de moda, conocido como la mosca española, a cinco prostitutas para llevar a cabo una orgía. Dos de las chicas se intoxicaron en el acto y aunque terminaron por recuperarse, de cualquier modo el juicio por envenenamiento se llevó a cabo.
Sade ¿romántico?
Donatien llevaba en su apellido la herencia de una antigua relación con los borbones.En ese momento, los nuevos linajes de nobles con grandes progresos económicos buscaban con desesperación emparentar con la aristocracia dominante.
Sade tenía 23 años cuando su padre arregló su matrimonio con Renée-Pélagie, hija de una familia con injerencia en las cortes, por lo que el heredero de la casa pronto tuvo que renunciar a la idea romántica de casarse por amor en aquella época.
Ese arreglo se convertiría en su condena, ya que la persona que se encargaría de hundirlo en la cárcel durante la mitad de su existencia sería nada menos que su suegra, la influyente Señora de Montreuil.
Aunque su vida era un poco agitada, sin duda no fue tan intensa como su literatura
Rápidamente, el Marqués pasó a ser uno de los escritores prohibidos en Francia.
Rechazado, perseguido y castigado por su obra, este escritor retrató la decadencia de la clase aristócrata y apostó por una filosofía que veía en la razón y la ciencia la posibilidad de liberar a la humanidad de la religión y la tiranía, lugar común en el pensamiento ilustrado.
Tuvo el honor de ser perseguido por el Antiguo Régimen, la Asamblea Revolucionaria, el Primer Consulado y el Primer Imperio. Incluso Napoleón declararía públicamente que había quemado su obra (después de leerla).
En resumen, nadie quería que se le relacionara con Donatien.
El libertino por excelencia
Sí, fue perseguido porque en sus libros viven imágenes obscenas y sexuales con tópicos que milenariamente han estado prohibidos para todas las sociedades, como la pedofilia, la zoofilia o el incesto, por mencionar algunos.
Pero la gran fuerza de su discurso se depositaba en la crítica radical que hizo a la religión, la potencia que tuvo para cuestionar los valores de la cultura dominante, con un sentido del humor corrosivo y desequilibrante, y, por supuesto, la revelación de las prácticas más degradadas de la clase que ostentaba el poder.
Su legado
A pesar de declararse racionalista, abrió las puertas de lo irracional en la búsqueda del placer donde se encuentran la violencia y el deseo. Para Sade era claro que la naturaleza era el resultado de cruzar ese límite. Sadismo y masoquismo vendrían a ser las propuestas que con el paso del tiempo y el cambio de actitudes morales y filosóficas lo consagrarían como uno de los clásicos de la literatura erótica.
El Marqués de Sade moriría en un manicomio para gente acomodada, montando una compañía de teatro en la que participaban los internos. Sin duda, su vida era una paradoja.
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