Pintarte el cuerno o no

En la trayectoria de pareja surgen cambios trascendentales a los que es necesario adaptarse, siendo conscientes de nuestra individualidad y deseos, poniendo atención en las inquietudes de quien nos acompaña en el camino de vida.

 

Escenarios reales

 

Existe un caso muy común (por triste que pueda parecer) que plantea el siguiente escenario: una mujer, quien puede ser muy admirada, incluso deseada afuera de su casa, pero que dentro de su matrimonio es poco vista, pues su marido adora la primera idea que se hizo de ella al comenzar la relación.

 

Sin embargo, al momento en que a ella decide ser totalmente auténtica y mostrar lo que de verdad sueña, anhela y persigue en la vida y comparte su parte vulnerable y sus debilidades (lo que la hace diferente), se convierte en una pareja no tan cómoda.

 

Auto-traición

 

Este tipo de mujer aún existe en muchos relaciones y es la mujer de muchos hombres que difícilmente lo aceptan. No es difícil imaginar que a esa mujer se le desmorona la vida y se debate entre ser la que él necesita para cumplir su sueño perfecto de matrimonio y llevar la fiesta en paz o ser quien es. ¡Y qué manera de dividirse, porque al solo dudarlo, se traiciona, se pinta el cuerno ella misma, se va marchitando!

 

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Momento de decidir

 

Hay de dos: o se hace cada día más chiquita su autoestima (si es que algo le queda) o se respeta y se lo comparte a su pareja, intentando que pueda ver la realidad tal cual es, o tendrá que dejar la relación.

 

Puede querer mucho al otro pero no puede mantener ese ritmo que a cada rato la hace más pequeña, incluso frente a sus propios ojos.

 

No eres la única

 

Es muy difícil que abandonemos la versión que nos contamos de cierta relación que escogimos. Nos clavamos y atornillamos, repitiéndonos todos las razones de escogerla. Se requiere de humildad para aceptar que nos compramos algo no tan efectivo, que fuimos nosotras mismas quienes armamos, escribimos, dirigimos y actuamos esa película.

 

Y ojo: toda relación trata de eso. Lo mismo pasa en la relación con nuestros padres y amigos, cada quien se cuenta el tipo de relación y las versiones que mejor nos sientan. Es normal y humano.

 

Nos encanta repetirnos las enormes virtudes de nuestros hijos, de nuestras amigas, de nuestras relaciones, en general. Es duro toparse con la pared de nuestras decisiones.

 

Lo que va a decidir la mujer en el caso que conté al principio solo depende de ella, de cuánto pueda soportar esa “adoración” desde afuera, esa “gran aceptación” frente a los amigos, esa “pareja de portada” en lo social, porque la verdad sigue una vez que salieron del evento, llegan a casa, se quitan cada accesorio que los vuelve espectaculares y quedan ellos, en su realidad cotidiana.

 

Igual y una terapia (una buenísima) logre hacerle ver a él que su mujer no es la que dibujó en sus sueños, o sí, pero ha ido cambiando. Y no siempre en la medida y proporción que él quisiera.

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Lo único constante es el cambio

 

La muñequita que se quedó callada y que de novia era perfecta, exacta como él la quería, la esposa que decía que sí a todo y todo concedía, creció, cambió, o simplemente necesita otro tipo de pareja a su lado.

 

Muchas veces, ella desea que sea él, el que escogió, pero que sepa adaptarse a sus nuevas necesidades. ¿Hay traición? Ninguna. Ella no sabía entonces que su madurez iba a exigir otro tipo de escucha, otro tono en las conversaciones, otra manera de ser mirada y aceptada.

 

Eso es lo tremendo del amor: que puede ser eterno. Pero, lo que no es eterno, es que sigamos sin cambios, cinco, 10 o 20 años después. ¿Quién no cambia conforme pasa el tiempo? Y ¡qué regalo! ¿Quién querría despertar, vivir y compartir la vida sin cambios con el novio de smoking, idéntico al que conoció?

 

Eso sería indeciblemente aburrido y hablaría de un estancamiento que nadie desea. Nietzsche decía “Espera veneno del agua estancada”, y en esa frase está ahí está dicho todo.

 

Un reto a enfrentar

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Ahí está el enorme riesgo, aunque prefiero verlo como un gran reto. Ir creciendo a la par, aceptar lo que el otro nos va pidiendo conforme cambia la vida, aceptar que la película va tomando matices distintos, que la trama cambia, los actores cambian y el desenlace está en nuestras manos.

 

Suyas, nuestras o de ambos.  Quedarse solo por no aceptar que nos equivocamos o que el amor y admiración solo llegó hasta cierto punto, es pintarnos los cuernos a nosotros mismos.

 

El cambio también sucede del otro lado

 

El hombre, al ir cambiando, también pide y necesita otra cosa, y está en cada una saber si pueden, quieren y les nutre lo que la nueva relación exige. Ser auténticamente felices juntos, ¿será mucho pedir?

 

Mientras lo descubrimos, seámonos fieles a nosotros mismos.