Nada está perdido

La sexualidad y sus variantes durante los últimos meses nos permite cuestionar algunos mitos y verdades de nuestro desempeño, encontrando soluciones para tener una vida más placentera y activa con nuestra pareja.

 

Texto por Fortuna Dichi

 

Parejas y pandemia

 

Me han preguntado con frecuencia qué sucedió con la sexualidad en pareja durante la pandemia. En general, parece ser que fue un respiro necesario para las parejas, pues al estar llenos de compromisos, este gran paréntesis les permitió volver a conectar. Aumentaron la frecuencia y calidad de los encuentros, fantasías, juguetes y ampliaron sus posibilidades y dinámicas.

 

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¿Llegaron los problemas?

 

No obstante, a medida que la pandemia avanzaba, la intimidad comenzó a fracturarse en algunos casos. El deseo sexual cayó en picada, la cercanía física provocó discusiones y lejanía emocional, y con ello apareció la discronaxia sexual: uno quería mucho más sexo que el otro.

 

De forma inevitable, aparecieron problemas. El estrés y la ansiedad afectaron de forma importante muchas áreas de la relación. El confinamiento creó un ambiente de incertidumbre y miedo. El Covid-19 demostró ser tóxico para la vida sexual.

 

Uno de los problemas más frecuentes en los hombres está siendo hoy en día la incapacidad para mantener o generar una erección, donde aparecen frases como: “Te juro que es la primera vez que me pasa”, acompañado de una mirada de culpa; y un: “no pasa nada”, seguido de una expresión de lástima.

 

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¿Qué es lo que sucede? ¿Se trata de disfunción eréctil o el famoso “gatillazo”?

 

A todos los hombres les pasa o les pasará, y vale la pena aclararlo. El “gatillazo” es la pérdida de erección una vez que se ha logrado, es transitoria y esporádica. Por su parte, la disfunción eréctil es la incapacidad para conseguir y mantener una erección lo suficientemente firme como para tener relaciones sexuales.

 

La erección, a diferencia de otras reacciones del cuerpo, no es voluntaria, es decir, es un reflejo, y como tal, funciona solo. Sin embargo, el estrés, el cansancio, la ansiedad, la presión, el miedo y la tensión impactan de forma negativa.

 

“No sé qué hacer, no se me para.  Y si lo logro, no la mantengo”

 

Me ha tocado que me dicen: “no sé qué hacer, no se me para.  Y si lo logro, no la mantengo”. Al escucharlo atentamente, con interés y sin juicio, me van contando que están fastidiados del trabajo, de su pareja y de ámbitos generales de su vida.

 

Suelen estar sobrepasados en el área laboral, agotados. Por ejemplo, cuando antes llegaban a casa con los pendientes terminados, hoy continúan trabajando en casa hasta más tarde.

 

Además, suele ocurrir que la pareja está llena de reclamos, de exigencias y es poco empática. Y a eso se suma el frágil desempeño en la intimidad. Con mucha presión e intranquilidad y dudando de las capacidades, antes el encuentro sexual era un momento de alegría, disfrute, conexión y placer, hoy se convirtió en un deber, un “tengo que…”.

 

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¿Qué hacer?

 

Hay que recordar que tener sexo libera endorfinas, lo que se traduce en felicidad, mientras que hoy probablemente genera estrés y cortisol, el cual manda una señal al cuerpo de estar  ante un peligro (tienes a un león enfrente).  Esto provoca la reacción de lucha o escape. De esta forma, cualquiera de los dos mecanismos provoca que la sangre se vaya a las piernas o las manos, por lo que no es un buen momento ni para comer ni para bailar ni para tener sexo.

 

Cuando estamos relajados y tranquilos, la sangre fluye y permite su circulación por todo el cuerpo.

 

Para que se genere una erección y se mantenga, necesitamos que los cuerpos cavernosos del pene se llenen de sangre y para eso se requiere estar tranquilos, no en modo amenaza.

 

La pareja en vez de apapachar y vivir un proceso de deseo y excitación, exige y presiona, alterando el sistema nervioso central. Entonces, no es que el pene no quiera, es que no puede lograr una erección porque no está en una situación íntima de confianza y confort.

 

Muchas veces la necesidad de tener un encuentro sexual donde la penetración dure suficiente tiempo para que la pareja logre un orgasmo es una presión muy fuerte, y para evitarla he sabido de muchos hombres que se relajan hasta que ellas tengan su orgasmo e incluso buscan que sea antes de la penetración.

 

A veces me dicen: “Fallé con la mujer que más me gustaba y lo logré con la que menos me interesaba”. ¡Claro! Mientras más te gusta, más presión puedes tener y es más probable que falles si estás más nervioso. Sin embargo, si pierdes la erección, la situación no está perdida. No te obsesiones ni te sientas culpable, hay un sinfín de formas de vivir una situación sexual placentera, solo es cuestión de encontrar el camino correcto.

 

¡Atención parejas!

 

Ahora, si tuviera que hablarle a la pareja, le diría: no exijas la erección, le estás metiendo más presión. Aprovecha para buscar y descubrir más caricias, masajes y besos, diferentes zonas erógenas. Ríe y déjalo pasar, no es que no le gustes, al contrario. No dudes de tu atractivo o sospeches una infidelidad. Un poco de empatía y entendimiento ayudaría.

 

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Toma nota

 

  • Aprender a oxigenar tu cuerpo respirando profundo y pausado. Juega, seduce, diviértete, conquista y conecta con calidad con tu pareja
  • El ejercicio físico de al menos 20 minutos al día es suficiente para mejorar la circulación.
  • También realizar ejercicios de piso pélvico, permitirá fortalecer la musculatura que consigue levantar las erecciones.
  • Aprender a fijar la atención, concentrándote en el aquí y ahora (mindfulness). Duerme y descansa las horas necesarias para estar con energía.
  • Las cremas dilatadoras de erección en las sex shop pueden funcionar pues son vasodilatadores y lubricantes.
  • Considera el uso de anillos vibradores, pueden ser un juguete para ambos y ayudar con la erección.
  • Pon atención a lo que consumes, pues hay medicamentos que no ayudan a la erección, como los relajantes musculares, los antihistamínicos, los medicamentos para la depresión y la diabetes.
  • Intenta reducir el alcohol, pues es un depresor.
  • Si tienes menos de 40 años, es probable que la causa de tu disfunción eréctil sea emocional o mental, por lo que considerar ayuda psicológica no está de más.

 

Por último

 

Es importante mencionar que la erección es uno de los mecanismos que permiten hablar de la salud. Si no se logra una erección, podríamos sospechar de diabetes, hipertensión, colesterol, mala circulación, problemas con la tiroides, entre otras. Acércate a un médico de confianza.

Escribo y lo que surja.